15/6/09

Dada la espartana austeridad de los albergues del camino, uno de los grandes retos a los que se enfrenta el peregrino (más si, como nosotros, es de natural escrupuloso y tímido) consiste en la adecuada gestión de sólidos y líquidos: me refiero en este caso a aquellos fluidos cuya expulsión genera alivio, pero no satisfacción.

Temiendo seriamente pasarme 5 ó 6 días sin hacerlo (evidentemente, no sería la primera vez) he resuelto equipar a mi montura de todos aquellos aparejos que hagan más llevadera la dureza del camino.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

La ventaja de este sillín-aliviadero es que no necesitariais llevar cullotte, además de no tener que parar para...casi nada.

:) dijo...

¡Os espero en Santiago!